cuestión de perspectiva

Friedrich Nietzsche sostenía que no existen fenómenos morales, sino únicamente una interpretación moral de los fenómenos. Cuestión de perspectiva del observador. Esa afirmación constituye una provocación intelectual para cualquier masón. ¿Cómo repercute esta forma de mirar la realidad en la masonería, siendo que ella es definida como una escuela de moral? El objetivo fundamental de la Orden está fijado en el perfeccionamiento ético de sus miembros y, por extensión de ello, de la humanidad.

Pero está claro que es pertinente exponer estas ideas de un pensador tan frecuentado. Se afirma que con su obra de reflexión, el filósofo buscaba desmontar los fundamentos sobre los cuales se había erigido la ética occidental tradicional. Nietzsche no negaba que las sociedades humanas cataloguen ciertas acciones como buenas o malas; mejor dicho, cuestionaba que la moralidad fuera una cualidad inherente a los actos mismos.

Para él, lo que las personas llaman moral siempre representa una situación interpretativa, como un sistema de valoración que ellas mismas superponen sobre fenómenos que originariamente tienen una carga neutra. Esta perspectiva invita a una revisión profunda de la relación entre el hecho concreto y el juicio ético, promoviendo una deconstrucción de los sistemas de valores heredados y hasta considerados escritos en tablas marmóreas.

La moral es la idiosincrasia de los hombres decadentes, con la pretensión de decir qué es lo universalmente válido. (El ocaso de los ídolos)

El cristal masónico

La Institución utiliza un método de enseñanza muy particular, basado en el estudio filosófico de la conducta humana y el fomento de un desarrollo social consciente. A través de símbolos y alegorías tradicionales, como los instrumentos de la arquitectura, la masonería prepara a sus integrantes para obedecer la ley moral y actuar con honor, probidad y coherencia entre el pensamiento y la acción. Su enfoque no se limita a la reflexión, sino que exige a cada masón llevar a la práctica un imperativo ético en su vida cotidiana.

El proceso de perfeccionamiento masónico se visualiza simbólicamente mediante la piedra en bruto, que representa el estado inicial de imperfección humana marcado por los vicios. La tarea del masón consiste en labrar esa piedra, combatiendo las pasiones desordenadas y cultivando una serie de virtudes personales. Este esfuerzo continuo se sustenta en un sistema de reglas morales, que insta a hacer el bien por convicción, a amar al prójimo y a mantener el alma pura

Neutralidad originaria

El primer paso en la crítica nietzscheana consiste en restaurar el fenómeno a su estado de neutralidad primigenia. Un evento natural, como una descarga eléctrica durante una tormenta, carece de intencionalidad o carga moral; se explica mediante leyes físicas. No obstante, una comunidad ancestral podría interpretar ese mismo rayo como un castigo divino, atribuyéndole así una significación moral.

Nietzsche extiende este razonamiento a las acciones humanas. Un acto de auxilio al prójimo, en su base, es una secuencia de comportamientos y reacciones fisiológicas. Conceptos como compasión o crueldad no son esencias metafísicas, sino nombres que designan configuraciones complejas de instintos, emociones y condicionamientos sociales. El fenómeno en sí —la acción— precede a toda calificación moral. La moralidad, por lo tanto, no descubre un orden valorativo inherente al mundo, sino que lo construye mediante la interpretación.

Interpretando

Esta aproximación traslada la moral del plano ontológico al hermenéutico. Diferentes culturas y épocas históricas elaboran sus propias tablas de valores, aplicando interpretaciones morales particulares a fenómenos universales. Lo que una sociedad celebra como valor heroico, otra puede condenarlo como imprudencia. Esta variabilidad no refleja error, sino el carácter construido de la moral, sujeta a factores históricos, sociales y psicológicos.

La hermenéutica es la disciplina filosófica y filológica dedicada a la interpretación de textos, símbolos y discursos, especialmente aquellos de naturaleza compleja, ambigua o profunda. Su campo de acción trasciende lo literal para abordar las capas de sentido subyacentes, considerando el contexto histórico, cultural, lingüístico e incluso la intención del autor.

La interpretación moral como ejercicio del poder

Si la moral es una interpretación, surge la pregunta: ¿quién interpreta y con qué propósito? Nietzsche aborda esta cuestión mediante un análisis genealógico y psicológico. Rastrea el origen de los valores para revelar las intenciones y las relaciones de poder subyacentes.

Identifica, por ejemplo, la llamada “moral de esclavos”, que nace del resentimiento de los débiles hacia los fuertes. Según su genealogía, la valoración aristocrática original equiparaba “bueno” con noble y poderoso, mientras que “malo” designaba al común y débil. Los grupos oprimidos invirtieron estos términos, glorificando cualidades como la humildad y la paciencia, y satanizando la fuerza y la ambición. Esta transvaloración no fue un ejercicio filosófico, sino una estrategia de supervivencia y una forma de venganza simbólica.

La moral judeocristiana representa para Nietzsche la cristalización de este proceso. Conceptos como el pecado o la mala conciencia interiorizan la culpa y dirigen el resentimiento contra uno mismo. El resultado es una moral que niega los instintos vitales, desprecia el mundo sensible y promueve un nihilismo pasivo. La interpretación moral se revela así como un instrumento de dominio al servicio de un tipo de vida reactiva y decadente.

Consecuencias para la autonomía del individuo

La crítica nietzscheana tiene implicaciones profundas para la autonomía individual frente a cualquier sistema ético externo. Cualquier moral que imponga valores desde afuera, presentándolos como inmutables, fomenta la uniformidad y anula la singularidad del espíritu libre. Frente a esto, la verdadera tarea ética no consiste en obedecer preceptos ajenos, sino en emprender un camino de auto-superación. El individuo debe discernir entre las valoraciones heredadas que emanan del resentimiento y aquellas que brotan de una voluntad afirmativa y creadora.

El objetivo nietzscheano no es vivir sin valores, sino llegar a ser creador de valores. Esto exige introspección, coraje y lealtad a uno mismo, cualidades que Nietzsche asociaba con la figura del super-hombre: aquel que afirma la vida en toda su plenitud, acepta el eterno retorno y es fiel a la tierra.

La tesis de Nietzsche no promueve un relativismo trivial, sino una toma de conciencia radical: detrás de cada juicio moral hay una interpretación interesada, una historia de poder y una psicología no examinada. Al desvelar el carácter construido de la moral, Nietzsche devuelve al individuo la responsabilidad última de dar sentido a sus actos y crear valores que afirmen la existencia.

¿Está impresa esa conciencia radical en el tan conocido código moral masónico? Dejá tu opinión en los comentarios. 🗣️✍️👇

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