la venganza y la conciencia

La historia muestra que la venganza, aunque rechazada por la masonería por ser un obstáculo para la fraternidad, es reivindicada por las comunidades como un derecho. Esto a pesar de su ambivalencia entre ser un vicio destructivo o un mecanismo legítimo para el reequilibrio moral. Analizar este sentimiento resulta esencial para construir soluciones justas y una paz duradera, desafiando los enfoques tradicionales de reconciliación.

Mitilene en 428 a.C. Durante la guerra del Peloponeso, la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos, teme haber despertado la codicia de los atenienses. Así, los principales dignatarios deciden reunir tropas para contrarrestar un posible asalto. Ante el riesgo percibido, Atenas responde con un bloqueo naval, sitiando la ciudad. Acorralados, los habitantes de Mitilene se rinden. La Asamblea ateniense debe entonces decidir el destino de los vencidos. Ese mismo día, los miembros de la Asamblea votan masacrar a todos los hombres y reducir a mujeres y niños a la esclavitud.

Sin embargo, al día siguiente, la Asamblea se arrepiente. Se cuestiona la equidad de castigar a toda una isla por los pecados de unos pocos. El debate, relatado por Tucídides, enfrenta a Cleón, que defiende mantener el castigo, y a Diódoto, que aboga por la prudencia y por castigar solo a los culpables. Finalmente, la Asamblea sigue a Diódoto: ejecuta solo a los líderes de la revuelta y perdona al resto, estableciendo un límite a la venganza.

Grandes guerras

Las guerras de 1914-18 y 1939-45 ofrecen dos formatos de tratamiento del vencido. La resolución de 1918, demasiado ambigua, dejó espacio para interpretaciones peligrosas y una revancha histórica. La de 1945, más estructurada, buscó impedir el resurgimiento del militarismo alemán. Se aprende que la forma en que se trata al vencido puede determinar la paz futura —o preparar el próximo conflicto.

La paz no se decreta, se construye: en 1918, el Tratado de Versalles impuso reparaciones aplastantes y humilló a Alemania. Resultado: resentimiento, revisionismo. En 1945, en cambio, los aliados invirtieron en la reconstrucción mediante el Plan Marshall, promovieron la democracia e integraron a Alemania Occidental en estructuras cooperativas. La Unión Europea se basa en esta lógica de paz inclusiva. Europa ha aprendido que la democracia no se improvisa. De ahí la importancia de criterios claros para la adhesión a la UE, la vigilancia del estado de derecho y el apoyo a la sociedad civil.

Todo en la memoria

La memoria colectiva (y no la venganza) actúa además como cemento de la unidad. En 1918, en Alemania, el mito de la “puñalada por la espalda” alimentó una cultura de victimización, mientras que en Francia se glorificó la victoria sin preocuparse por la reconciliación. En cambio, a partir de 1945, Alemania reconoció su responsabilidad en el Holocausto y la guerra. La reconciliación franco-alemana se convirtió en un pilar de Europa. La memoria se transformó en herramienta de paz.

La Europa actual valora las políticas de memoria compartida: conmemoraciones, museos europeos, reconocimiento de los crímenes del pasado. Esto permite construir una identidad europea basada en la lucidez histórica y no en la revancha.

La depuración en Francia

Tras cuatro años de ocupación alemana y colaboración, en Francia se decide castigar a los “traidores”. Es la depuración. Un proceso que duró nueve años, hasta 1953, implicó miles de casos, afectó a millones de personas y dejó una cicatriz profunda en la sociedad francesa, en todas sus dimensiones: económica, judicial, social, colectiva e individual. Estos nueve años de venganza favorecieron la aparición de los demonios de toda sociedad, plagada de odios y divisiones, y mostraron la porosidad entre el sentimiento de justicia y de injusticia.

Washington, 2 de mayo de 2011

El presidente estadounidense Barack Obama anuncia en televisión la eliminación, la noche anterior, del exlíder de Al-Qaeda, Osama Bin Laden, y declara que “se ha hecho justicia”. Al día siguiente, el New York Post titula: “Osama bin Laden Dead: Got Him, Vengeance at Last!” (Osama bin Laden muerto: ¡Lo hemos atrapado! ¡Por fin hay venganza!). Se percibe claramente la ambigüedad entre justicia y venganza.

Gaza, 7 de octubre de 2023

El grupo palestino Hamás lanza un ataque sorpresa, mata a más de 1.200 personas y toma cientos de rehenes. Ese mismo día, el primer ministro israelí declara que Israel “tomará una poderosa venganza”. El balance actual (2025), según UNICEF, indica 51.266 muertos en Gaza, incluidos más de 15.600 niños y casi 25.000 niños heridos. Más de 11.200 personas están desaparecidas, probablemente bajo los escombros.

¿Qué nos enseñan estos episodios históricos?

Que la venganza ha sido y sigue siendo movilizada por pueblos agredidos y traumatizados, y que las modalidades de aplicación de la violencia están, al menos parcialmente, determinadas por ella. Pero esta no es la única lección. La venganza parece ser reivindicada públicamente por los actores, no solo para explicar sino también para legitimar sus acciones: terrorismo y contraterrorismo, conflicto armado, reparación, violencia en respuesta. La venganza se presenta como un derecho, incluso como un deber. Respuesta a la ofensa, se exhibe como comportamiento necesario para mantener reputación, estatus, o incluso el orden social.

Esta observación puede sorprender, pues entra en tensión con la descalificación normativa que la venganza recibe en el mundo moderno, y en la masonería en particular. Pasión triste y bárbara, incluso emoción reptiliana, la venganza es tradicionalmente rechazada por la escalada de violencia que genera, por su carácter irracional e incontrolable, y por ser un obstáculo para la paz y la fraternidad. Surge entonces una paradoja: la venganza es también reivindicada y vista como justificación por ciertos vengadores (mascarados o no), incluso por quienes se reclaman de valores liberales. Esta ambivalencia revela una tensión profunda: la venganza como obstáculo para la paz, pero también como resorte posible de una paz futura considerada justa.

Un tema clásico

Así, la venganza (según Aristóteles, “dar la justa retribución es justo”) sería útil para la paz, pues apunta a un reequilibrio moral. Esta ambivalencia —la de un comportamiento descalificado pero reivindicado; la de un obstáculo para la paz pero esencial para la justicia— hace que el análisis de esta emoción sea útil para pensar la paz, especialmente a nivel internacional. Según el antropólogo Raymond Verdier1, la venganza puede ser “una virtud, cuando defiende la dignidad de la persona, y un vicio, cuando se convierte en pasión destructiva”.

La venganza puede ser, en ciertas circunstancias, vista como un mecanismo legítimo. Pero entonces, ¿cómo alcanzar la paz entendida como ausencia de violencia estructural? ¿Es posible, en el análisis de conflictos, comprender mejor los factores que sustentan el sentimiento de venganza para convertirlo en resorte de paz? ¿Puede realmente eliminarse la venganza para alcanzar la paz?

Palabras cargadas

El desafío es importante: los discursos y mecanismos de resolución de conflictos tienden a reducir la venganza a su dimensión de vicio. Al hacerlo, la convierten en tabú, en prohibición, excluida de las reflexiones sobre la reconciliación, cuando los actores en el terreno la reivindican como acción moral y políticamente fundada.

¿No deberíamos admitir que relegar la venganza puramente al rango de vicio es contraproducente para la paz? Para salir del ciclo de violencia, es necesario comprender cuándo, cómo y por quién la venganza se presenta como legítima. Si los actos de venganza deben ser impedidos para permitir la paz, fijando límites respetuosos del derecho, las reivindicaciones de venganza (haciendo cuidado con las falsas informaciones y las manipulaciones de los números) merecen ser escuchadas y analizadas. Constituyen un material esencial para, con lucidez, pensar la justicia, una solución justa, el perdón y, en definitiva, la paz.

  1. Publicó entre 1981 y 1984 una obra colectiva, que analiza la venganza como fenómeno jurídico, social y cultural. ↩︎

Parvis agradece al autor por compartir este artículo, surgido a partir de la lectura de un artículo de Marie Robin, del Institute of Security and Global Affairs (ISGA), Universidad de Leiden; y Universidad París-Panthéon-Assas , aparecido en la publicación The Conversation, 30 septiembre 2025. El énfasis de la negritas, las pausas de los subtítulos y otros ínfimos retoques tienen como propósito el realce de la redacción original, con la idea de amenizar la lectura, y respondiendo al estilo editorial propio.

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Un comentario en «Reflexión sobre la venganza, ¿una palanca para construir una paz justa?»
  1. Articulo muy intéresante.
    Deberie interesar a todos los maestros
    Sin revelar nada.. las respuestas en los grados de sabiduria… Del rito frances por ejemplo

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