Vacío sin medida

La crisis espiritual actual como una pérdida de lo sagrado es una tesis presentada por el autor francés Olivier de Lespinats, quien sitúa el origen del malestar en la ruptura del Axis Mundi, un eje metafísico que conecta lo humano con lo trascendente.

El escritor ha publicado hace poco el libro El gran vacío. Ensayo sobre la miseria espiritual de nuestra época, que ha sido comentado en el sito web 450.fm, donde se desmenuza su contenido desde una perspectiva masónica.

Dice la revista que Lespinats describe que la modernidad, al entronizar a la razón científica como única autoridad, habría provocado un desgarro en esta conexión vital llamada Axis Mundi. El resultado es un mundo desacralizado, donde la realidad pierde su significado intrínseco y el ser humano se enfrenta a un universo silencioso.

Mismas conclusiones, diversas miradas

Sólo por confrontar con otra producción similar, se puede concluir que el diagnóstico de Lespinats presenta coincidencias y divergencias con el análisis sociológico de Gilles Lipovetsky, en su libro La Era del Vacío, que data de la década de 1980.

Lipovetsky, desde una mirada sociológica, describe un proceso paralelo pero inmanente: la disolución de los grandes relatos ideológicos y religiosos que otrora dotaban de cohesión a la sociedad. Según su visión, no es la conexión con lo alto lo que se quiebra, sino el tejido de creencias compartidas que daban un propósito colectivo.

Ruptura del eje

Ambas visiones coinciden en la sintomatología: un vacío que el individuo intenta llenar con sucedáneos. Donde Lespinats identifica el consumo y las ideologías radicales como falsos ídolos, Lipovetsky describe un narcisismo apático, un repliegue hacia el culto al cuerpo y el bienestar psicológico.

Pareciera estar planteando como situación de análisis que la solución no estaría en la búsqueda de un nuevo absoluto, sino la gestión privada del desencanto. Un abismo al que el individuo cae en soledad, con la convicción de haber fracasado en forma personal.

¿Hay solución?

La divergencia fundamental entre ambos autores reside en la solución. El Gran Vacío aboga por una revolución interior o metafísica, un camino de reconexión personal con lo sagrado que recuerda a la labor de un taller de trabajo masónico: una búsqueda individual pero guiada por símbolos y una tradición. Es un llamado a reconstruir el eje desde la experiencia íntima.

Lipovetsky, en cambio, no prescribe un camino de regreso. Su análisis se limita a diagnosticar el advenimiento de una nueva fase del individualismo, donde el vacío no es una tragedia metafísica sino el paisaje natural de una sociedad hiperconsumista y descomprometida.

Mientras el primer texto clama por la recuperación de un centro perdido, el segundo constata la instalación definitiva en la periferia de uno mismo. Ambos marcos, el espiritual y el sociológico, iluminan desde ángulos complementarios la misma condición contemporánea: la perplejidad del ser humano ante un horizonte desprovisto de referencias absolutas. La pregunta que subyace es si la respuesta yace en una búsqueda trascendente o en aprender a navegar la indiferencia.

Reseña literaria

El autor del artículo en 450.fm es Yonnel Ghernaouti.

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