La astrología mantiene un vínculo intrínseco con el ordenamiento del tiempo, los arquetipos humanos y el conocimiento integral. Este sistema conecta la vida humana con el orden divino del universo desde sus orígenes remotos.

Así lo sostuvo Soledad Davies, máster de astronomía cultural y astrología de la Universidad de Gales, quien disertó en el marco del seminario La astrología y su relación con la magia, dictado en el marco de un ciclo del proyecto ArsGravis de la Universidad de Barcelona.

El ordenamiento del tiempo y la voluntad divina

Según sostuvo la especialista, la astrología se vincula fundamentalmente con la organización del tiempo. Esta disciplina surgió de la observación de las revoluciones celestes y se consolidó como un mecanismo para intentar comprender el ordenamiento divino. En la cosmovisión geocéntrica -la que ubica al planeta Tierra en el centro de todo-, los planetas pertenecen a la dimensión del alma y administran los ciclos temporales de la esfera terrestre.

Los registros babilonios demuestran que esta práctica seguía la revolución de las estrellas errantes para fundamentar calendarios y ritmos. La astrología todavía influye en la organización de los calendarios contemporáneos, remarcó Davies, y permite calcular fechas religiosas de gran relevancia. Este sistema pone de relieve que las revoluciones celestes poseen un ritmo orgánico y perfecto que trasciende a la humanidad. Este ordenamiento es utilizado por las personas y las instituciones para identificar el momento oportuno en la realización de empresas o rituales, ya que las horas y los días conservan una correspondencia planetaria específica, en el contexto de esta cosmovisión explicada por la especialista.

El zodíaco como representación cósmica

Las logias masónicas incorporan el zodíaco en su decoración para representar la universalidad del espacio y el tiempo, razón desde la cual alumbra la pertinencia de traer el tema a estas páginas. Los signos se ubican habitualmente en la parte superior de los muros laterales, formando un friso que se ubica en lo alto de las paredes del taller, delimitando la bóveda celeste -como se conoce al cielo raso del local-. Esta disposición interpreta simbólicamente que los miembros puedan trabajar bajo la influencia de las leyes naturales y los ciclos astronómicos. Los integrantes observan en estas constelaciones una señal de que la logia carece de fronteras y que sus labores se alinean con el ordenamiento del universo.

La distribución de los signos sigue un esquema preciso que divide el templo en dos columnas de seis constelaciones cada una. En la mayoría de las logias, el zodíaco se instala siguiendo el curso aparente del sol. Los signos se despliegan comenzando con el signo de Aires, desde el Oriente hacia el Occidente por la columna del Sur (mediodía), y retornan desde el Occidente hacia el Oriente por la columna del Norte (septentrión).

Esta estructura convierte al templo en un reloj cósmico donde cada oficial y cada grado iniciático encuentran una correspondencia con el ritmo orgánico de la naturaleza. De este modo, también se podría interpretar que el zodíaco actúa como un mapa simbólico que guía el progreso del iniciado a través de las diferentes etapas de su formación moral.

Los arquetipos como esquemas de conocimiento

Esta disciplina funciona como un sistema de conocimiento arquetípico que ofrece patrones universales para comprender la realidad psíquica y material, afirmó Soledad Davies en su conferencia. Los arquetipos -del griego arché (principio) y typos (modelo)- son patrones universales que residen en el inconsciente colectivo y que estructuran la percepción humana de la realidad. En el contexto de la filosofía y la astrología tradicional, no representan meros conceptos intelectuales, sino fuerzas primordiales que organizan tanto el mundo exterior como la psique individual.

La astrología se concibe como una red de esquemas de conocimiento que superan el simple movimiento de los astros. La consolidación de estos patrones ocurrió tras milenios de estudios estadísticos y observaciones del Sol, la Luna y las constelaciones.

Estos procesos consolidaron una serie de modelos inscritos en el inconsciente colectivo. La astrología actúa como un lenguaje simbólico que emplea dichos arquetipos para interpretar el alma particular como un reflejo del alma del mundo. Esta lectura simbólica posee el potencial de elevar al individuo hacia un conocimiento trascendental y profundo.

El conocimiento integral y la formación ética

La astrología constituye un saber integral que históricamente formó parte de la formación total del individuo. Siempre siguiendo los conceptos de la conferencia, esta disciplina integraba la filosofía antigua, cuyo propósito principal consistía en imitar el orden celeste. Los saberes tradicionales como la astrología y la alquimia operaban como un conjunto unificado bajo la dirección del filósofo hermético.

El propósito de asimilarse al orden celeste en la práctica astrológica permite la liberación de las pasiones. Este objetivo se enmarca en la filosofía y la práctica ética. La liberación del destino representa, en realidad, la liberación de las pasiones propias de cada individuo. El nivel del destino sublunar permanece ligado a la necesidad, pero al asimilarse a un orden superior, el ser humano asume la responsabilidad de su destino.

Superación mediante el desapego

Esfera PlanetariaVirtud (Luz)Vicio (Sombra)Oficial de la Logia
LunaIntuiciónInconstanciaExperto
MercurioElocuenciaEngañoSecretario
VenusFraternidadLasciviaHospitalario
SolClaridadSoberbiaVenerable Maestro
MarteValorIraSegundo Vigilante
JúpiterJusticiaTiraníaPrimer Vigilante
SaturnoPrudenciaMelancolíaGuarda Templo

Esta práctica filosófica proporciona un marco para la conducta ética y la purificación. El ascenso a través de las esferas planetarias revela que cada astro posee una virtud y un vicio. El conocimiento de estas pasiones, conectadas con las fuerzas planetarias, permite al individuo superarlas mediante el desapego. La astrología invita a imitar un orden perfecto mediante revoluciones celestes de ritmo orgánico.

En un sentido teúrgico -disciplina de la tradición hermética y platónica que busca la unión del ser humano con lo divino mediante la acción ritual-, asimilar la vida particular al orden celeste constituye una imitación de lo divino.

Finalmente, la práctica requiere la unión del cálculo estadístico de las efemérides con la inspiración de la revelación. Esta síntesis -bajo la perspectiva de Soledad Davies- permitiría la aparición de un conocimiento de totalidad donde el ser humano asimila su vida al orden cósmico.

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