20septiembre roma

El 20 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Librepensamiento, una fecha que evoca la toma de Roma en 1870 por tropas italianas durante el proceso de unificación. Este hecho histórico marcó el fin del poder temporal del papado y representó un triunfo simbólico para las corrientes democráticas, laicas y republicanas a nivel global. La efeméride trasciende lo meramente histórico para erigirse en bandera de la autonomía racional frente a cualquier forma de dogmatismo o autoridad impuesta.

El librepensamiento defiende que las opiniones deben construirse mediante la lógica, la razón y la evidencia, nunca a través de la autoridad, la tradición o la revelación. Rechaza todo dogmatismo, ya sea religioso, ideológico o político, y promueve el uso crítico de la inteligencia para discernir lo verdadero de lo falso dentro de un marco de tolerancia y diálogo. Esta actitud mental exige valentía intelectual, pues históricamente ha desafiado a quienes se arrogan la posesión de verdades absolutas.

Hechos históricos

El 20 de septiembre se conmemora como Día Internacional del Librepensamiento en recuerdo de la toma de Roma en 1870, hecho que simbolizó el fin del poder temporal del papado y la victoria de los principios laicos y republicanos sobre los regímenes de derecho divino. Esta fecha evoca el triunfo de la razón crítica frente al dogmatismo y la autoridad impuesta, representando un hito en la lucha por la autonomía de la esfera civil respecto a toda hegemonía confesional. No se celebra una conquista militar en sí, sino el ideal de una sociedad donde las conciencias sean libres y el conocimiento se construya desde la libertad de examen y la soberanía intelectual.

Giuseppe Garibaldi (Niza, 1807 – Caprera, Italia, 1882) fue un líder nacionalista italiano, con una biografía controversial de su paso por América del Sur. Comandaba la organización militar contra el papado y consiguió la unificación italiana. A la vez, contribuyó simbólicamente a un momento histórico que hoy representa la reivindicación global de la razón frente al dogmatismo.

¿También la tradición?

Cuando se afirma que el pensamiento no debe depender de la tradición, no se hace una distinción específica entre tradiciones profanas e iniciáticas, sino que se cuestiona todo principio que se imponga por antigüedad o heredabilidad, sin someterse al escrutinio de la razón. El librepensamiento no rechaza el estudio o la valoración de las tradiciones —incluidas las iniciáticas occidentales—, pero se opone a que estas se utilicen como fundamento incuestionable de verdades o comportamientos.

La tradición iniciática occidental —como la masonería, el hermetismo o el rosacrucismo— contiene sistemas simbólicos, ritos y enseñanzas que buscan transmitir un conocimiento experiencial. El librepensador puede aproximarse a ellos como fuentes de reflexión o inspiración, pero no como dogmas.

Siendo prácticos

Entre los emergentes morales más significativos del librepensamiento figuran la defensa de la libertad de conciencia, el pluralismo, la igualdad y la dignidad humana. Sustenta la idea de que todas las personas nacen con derechos inherentes y deberes cívicos, y aboga por una sociedad donde prevalezcan la racionalidad y el respeto a la diversidad. Promueve, además, un comportamiento libre de prejuicios, basado en la autocrítica y la responsabilidad individual.

Si bien figuras como Garibaldi —reconocido masón y líder militar— participaron en eventos clave que facilitaron el avance de estas ideas, el mérito histórico de confrontar estructuras dogmáticas no corresponde de modo exclusivo a persona o institución alguna. Fue un esfuerzo colectivo, impulsado por amplios movimientos sociales, intelectuales y políticos que pugnaban por la emancipación de la razón humana.

Anticlericalismo y fe confesional

El llamado «anticlericalismo» asociado a estas luchas no constituía un rechazo a la fe individual, sino una oposición frontal a la intromisión de las jerarquías eclesiásticas en asuntos civiles y políticos. Se buscaba limitar privilegios históricos, secularizar instituciones y garantizar que el Estado no profesara culto alguno ni favoreciera dogmas particulares. Demandas como la educación laica, el matrimonio civil, la libertad de expresión y la separación efectiva entre Iglesia y Estado fueron banderas de esta corriente.

Hoy, el fruto del librepensamiento sigue vigente. Frente a nuevos autoritarismos, fanatismos y negacionismos, su propuesta ética invita a ejercitar el pensamiento crítico, a valorar la ciencia y a defender las libertades conquistadas. No se trata de un ejercicio meramente intelectual, sino de una actitud vital que compromete la acción cotidiana en favor de una sociedad más justa, ilustrada y libre, como se repite en la mayoría de los rituales masónicos.

La masonería, entre otras muchas corrientes, ha contribuido a difundir estos ideales, pero la virtud de pensar por uno mismo pertenece a todos aquellos que se atreven a cuestionar, dudar y buscar la verdad con honestidad. En ese sentido, el 20 de septiembre no es una celebración de triunfos pasados, sino una invitación permanente a cultivar la autonomía moral y la independencia de juicio.

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